Auspiciados por la Ítaca de Cavafis, veintinueve alumnos de 4º de ESO y tres profesores emprendieron el 16 de junio un viaje que se prolongaría hasta el 23. La alta Burgos los acogió el primer día con la Catedral del Mío Cid y el Museo-Yacimiento donde se despliega el libro de la Evolución Humana.
Del Arlanzón cruzaron al Ebro: 43º los esperaban físicamente en la plaza de El Pilar. De allí, a chapotear como patos en la piscina del hotel de Salou. Montañas rusas, troncobotes, asientos ingrávidos… calor y colas más largas que un dragón de Sant Jordi acogieron a la mañana siguiente a nuestros héroes.
Ese diumenge tal vez no era el mejor momento para recorrer las piedras de Tarraco bajo un sol abrasador, e pur… De allí, al hotel de Barberá del Vallès. Llegados del cuasi spa, algunos podrían pensar que se adentraban en el mundo de Stanley Kubrick y Stephen King (“a los lestrigones y a los cíclopes, al fiero Poseidón…”).
El lunes, visita a la Catedral de la Sagrada Familia, de Gaudí. Impresionante, fabuloso como un espejismo. El resto de ese día y del siguiente, visitas por la populosa Barcelona y sus museos.
El miércoles, recorrido por el Conjunto Arqueológico de Ampurias, la colonia griega donde desembarcaron las tropas de Escipión en el 218 a.C. y dieron un giro total a la historia de la Península Ibérica. Después, Figueras y el genio de Dalí.
Último madrugón, 1.187 Km esperan. Bilbao por el medio y un coche amarillo en el Guggenheim. De vuelta, al fin. ¡Ítaca! ¡Ítaca! Gracias por el viaje, Ítaca.
¡Cuánto arte en este relato! ¡Espléndida descripción! Si tuivera mochila suficiente no dudaría en incluirlo en mi viaje a Ítaca